Uno mejor…
Venezuela…
que complicada es la situación que rodea a este país… mi país… Y no lo digo como un analista experto en
asuntos políticos o sociales, o como un crítico distante que desde otras
latitudes coloca su lupa sobre nuestra nación para luego esbozar algunas
conjeturas… Lo declaro como alguien que, al igual que usted… al igual que
muchísimos más… vive el día a día de todo este acontecer que ya no sabemos ni cómo
llamarle…
¿Cuántas
veces hemos tenido que acudir a las urnas a emitir un voto o a expresar nuestra
opinión…? Ya perdí la cuenta… ¿Cuántos controles, medidas económicas,
regulaciones y restricciones se han experimentado? ¿Cuántas noticias de corrupción, de
violencia, de engaños, de robos y fraudes hemos escuchado? ¿Cuántos diálogos? ¿Cuántas
marchas y protestas? ¿Cuántas promesas fraudulentas? ¿Cuántos gritos de
victoria o de derrota? ¿Cuántas palabras vacías…? ¿Cuántos sueños rotos…?
¿Cuántas esperanzas perdidas…? Y cada
día todo se ve más obscuro…
Cuando
pienso en qué es lo peor de todo lo que hemos enfrentado hasta ahora, lo
primero que llega a mi mente es la polarización que se ha arraigado tan
apasionadamente en el alma de los venezolanos, porque es esa polarización la
que nos hace fraccionar los esfuerzos y nos hace luchar… o más bien, nos hace
pelearnos… y destruir el país al destruirnos unos a otros, en lugar de
convertir en acción el amor que decimos sentir por la patria…
Como
creyente en Dios y seguidor de su voluntad, considero que hemos sido informados con anticipación acerca de los planes de Dios. Se nos ha dicho
cuál ha sido la causa de esta debacle en la que estamos envueltos. Sabemos cómo
se desarrollarán los hechos… cómo será el desenlace y cómo resultará todo al
final de este proceso… con el nacimiento de una NUEVA VENEZUELA…
Desde
el principio, a inicios de la década de los ochentas, supimos lo que debíamos
hacer para evitar la catástrofe porque Dios, mostrando fidelidad a lo que antes
dijo acerca de que no haría nada sin haberlo anunciado a sus profetas, nos
permitió conocer lo que se avecinaba, así como las causas y las maneras de
evitarlo… pero muy pocos lo creyeron, y esos pocos que lo creyeron pronto se
cansaron de hacer lo que se debía hacer…
Hoy, que estamos en medio de la tormenta… Hoy que somos testigos de cómo
se han cumplido los anuncios de los profetas de Dios, nuestra actitud no es muy
diferente…
En
este tiempo, la esperanza que ofrece el nacimiento de una nueva Venezuela se ha
convertido en el sueño de todos… creyentes y no creyentes… La expresión “Nueva Venezuela” como una
expresión de moda, se escucha en las iglesias, en la calle, en el transporte
colectivo y hasta en sitios tan inesperados como una reunión de beodos frente a
una licorería o en el discurso manipulador de un político…
Desde
hace algún tiempo me he interesado por conocer las expectativas que tienen las
personas acerca de la Nueva Venezuela y me he conseguido con opiniones tan
particulares como:
·
En la Nueva Venezuela vamos a poder comprar todo
barato otra vez.
·
En la Nueva Venezuela el país volverá a ser rico
y todos vamos a participar de esa riqueza.
·
En la Nueva Venezuela podremos viajar.
·
En la Nueva Venezuela todos podrán tener un
vehículo.
·
En la Nueva Venezuela se va a acabar con la
delincuencia y la corrupción.
·
En la Nueva Venezuela vamos a poder vivir como
antes, en paz y abundancia.
·
En la Nueva Venezuela podremos reunirnos los
fines de semana y disfrutar en familia de una buena comida y bebidas…
·
En la Nueva Venezuela todos tendremos
oportunidad de salir de la pobreza.
·
En la Nueva Venezuela habrá justicia… Etc. Etc. Etc.
Cómo
dije antes, hay muchas esperanzas en la Nueva Venezuela… pero en mi opinión, esas
expectativas que tenemos acerca de la Nueva Venezuela no dejan de lado la
actitud egoísta y materialista que hemos tenido siempre… y tan interesados estamos en disfrutar de confort y comodidad, que da la impresión de que
pretendiéramos materializar el paraíso celestial, en la tierra… No estoy tan seguro de que el plan de Dios
concuerde con todas nuestras aspiraciones…
Como
está descrito en las profecías, la crisis que vivimos es consecuencia de lo que
sembramos… Consecuencia de lo que permitimos que ocurriera al acomodarnos con
una actitud cómplice en nuestra zona de confort… La ruina que sufrimos es consecuencia del
pecado… de la maldad que ha contaminado todo… del egoísmo, del odio, de la
avaricia, de la idolatría… Sin embargo, Dios no nos ha dejado abandonados al
resultado de nuestros actos, sino que planificó limpiar la nación y hacer de
Venezuela una nueva nación que sea un instrumento útil en sus manos… Dios nos indicó con muchos detalles como se
ha sentido con el andar de los venezolanos desde hace décadas y nos mostró también
como haría la limpieza… Él no estaba complacido con la manera en que vivíamos en
aquellos años de los que ahora dicen algunos “éramos felices y no lo sabíamos”…
Nos lo dijo. Cómo un padre amoroso que
orienta a un hijo que se ha tornado hacia el mal, nos pidió que cambiáramos
para que así evitáramos consecuencias nefastas… pero no lo hicimos… Fue entonces
que un camino engañoso se nos presentó como la alternativa hacia la paz y prosperidad…
y nuestra actitud arrogante y ambiciosa nos hizo sentir confiados y creímos que
podíamos evadir la tormenta que se nos había anunciado… y así, muchos nos
dejamos seducir con un nuevo sistema de gobierno que conocimos como revolución…
pero que en realidad solo era el puente que nos conduciría a la obscuridad en la que
vivimos ahora…
El
nuevo sistema, armado de un discurso muy persuasivo, de una ideología algo novedosa
para nosotros, de dádivas y programas económicos que privilegiaban a los más
desposeídos, logró arraigarse en el corazón de muchos… Al mismo tiempo, logró sembrar un peculiar
sentimiento de rechazó en otro grupo nada pequeño, provocando así una división en
el pueblo venezolano, que con el devenir de los años se ha hecho más acentuada…
Hoy…
mientras unos añoran la época en que “eran felices sin saberlo” otros están
dispuestos a defender hasta las últimas consecuencias, la revolución que ha fungido como el aventador de Dios,
aunque esto implique que el país se continúe desmoronando… Sin embargo, tal como Dios desaprobó nuestro
camino anterior ahora conocido como la cuarta república, también ha desaprobado
este camino llamado revolución bolivariana, y tal como nos fue anunciada la
llegada de esta tormenta que ahora nos azota como consecuencia de nuestro
proceder en el pasado, también está anunciado el fin de esta revolución… el fin
del mal llamado bolivarianismo y que Dios más bien asoció con la guzmanera…
Aún
así, no hemos reconocido nuestro mal proceder…
Aún no hemos recapacitado… Aún no hemos cambiado… Aún hay muchas… muchísimas
personas… que pretenden ser seguidores de Dios pero al mismo tiempo son
defensores de los caminos que Dios ha desaprobado… Dicen amar a Dios, pero aman también los
caminos rechazados por Dios… Se
identifican como seguidores de Dios, pero también son seguidores de los caminos
que Dios descalificó… Muchos saben que
se trata de algo espiritual pero… se sienten cómodos con la atadura que los
hace tender hacia una de las dos posturas…
Si
usted es una de esas personas que se encuentran atrapadas por un sentimiento
arraigado hacia uno de los dos bandos que dividen al país… Si usted se siente complacido al llamarse
Chavista u Opositor… Si usted siente
satisfacción con los logros de uno de los bandos o con los sufrimientos del
otro bando… créame cuando le digo que su alma ha sido envenenada con una toxina
espiritual… y si ese es su caso, solo tiene dos opciones posibles al respecto:
La primera opción es continuar tal como está y seguir dejando que el veneno en
su alma le continúe dominando para que piense, sienta y haga como todos los
demás parcializados… y de esta manera proseguir contribuyendo con la destrucción
del país… La segunda opción que tiene es…
hacer lo que Dios ha indicado a través de sus profetas… es decir, oren por
ustedes y por sus familias (implica arrepentirse, implica también pedir el desarraigamiento de
la parcialidad y someterse completamente a Dios)…
La
decisión está en sus manos… Usted puede continuar siendo chavista u opositor si
así lo desea… Yo en cambio, prefiero pertenecer a otro grupo… a uno mejor… Yo
prefiero pertenecer al llamado remanente de Dios…
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